Migraña: Definición, síntomas, diagnóstico y tratamiento.
La doctora Elena Riva Amarante, Neuróloga con formación especializada en cefaleas, enfermedad vascular cerebral y neuro-rehabilitación de la Unidad de Neurología del Hospital Ruber Internacional, nos habla sobre esta enfermedad neurológica que cursa con episodios recurrentes de dolor de cabeza intenso.
La migraña es una enfermedad neurológica de causa genética, que cursa entre otros síntomas, con episodios recurrentes de dolor de cabeza (cefalea) de intensidad moderada o grave, muy invalidantes por su repercusión en la esfera personal, familiar, social y laboral. Es la tercera enfermedad neurológica más frecuente a nivel mundial y la segunda causa de discapacidad si tenemos en cuenta todas las enfermedades. Afecta a una de cada 7 personas (14% de la población mundial), siendo más frecuente en las mujeres (19% de las mujeres y 10% de los hombres).
El perfil de paciente típico en España suele ser una mujer, de mediana edad (20-50 años), en pleno desarrollo familiar y laboral. Más del 40% de los pacientes con migraña tienen familiares con este trastorno, aunque con frecuencia no están diagnosticados. Se estima que en España las personas con migraña pueden tardar más de 6 años en tener un diagnóstico y un tratamiento adecuado. Existen 3 tipos de migraña, la migraña sin aura, migraña con aura y la migraña crónica.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
La migraña cursa con episodios recurrentes de dolor, que suelen afectar a un lado de la cabeza, como un latido, de intensidad moderada o severa y duran desde horas hasta 3 días. El dolor empeora con la actividad física y en ocasiones se acompaña de otros síntomas como una excesiva sensibilidad a la luz y/o al ruido, náuseas y vómitos. Por todo ello el paciente suele acostarse a oscuras, en un ambiente silencioso.
A menudo, horas o días antes de las crisis de dolor, aparecen síntomas prodrómicos como son los bostezos, la dificultad para concentrarse, el cansancio, la rigidez cervical o apetencia por algunos alimentos. Tras la resolución del dolor, aparecen de nuevo estos síntomas durante horas o días. La migraña con aura, cursa con alteración de la visión, dificultad para hablar y/o pérdida de la sensibilidad en la cara o extremidades, de forma transitoria, antes del inicio del dolor. En la migraña crónica los dolores de cabeza son muy frecuentes, apareciendo más de 14 días al mes.
¿Cómo se diagnostica la migraña?
Los medios más importantes para el diagnóstico de la migraña son la historia clínica y la exploración. El diagnóstico es clínico, basado en los síntomas que describe el paciente (ej. características del dolor, localización), los antecedentes médicos y familiares, y en la realización de una exploración neurológica que no muestre alteraciones.
En determinados casos es necesario realizar pruebas complementarias para excluir otras posibilidades. Las pruebas como los análisis de sangre, estudios de imagen de cabeza (principalmente resonancia magnética), punción lumbar o eco-Doppler de troncos supra-aórticos, están indicadas en aquellos pacientes que presenten dolores de cabeza atípicos, factores de riesgo (ej. trastornos de la coagulación, tumores sistémicos, infecciones) o alteraciones en la exploración neurológica, para descartar otras causas de cefalea.
Es una enfermedad infradiagnosticada y, debido a que el diagnóstico es clínico, es importante que los pacientes sean atendidos por un profesional con experiencia en esta patología.
¿Cuál es el tratamiento?
Lo constituyen 3 pilares:
1.- Educación al paciente sobre la enfermedad, hábitos de vida que ayudan a su control y factores que pueden desencadenar crisis. Estos se clasifican en 6 grupos: alimentos (exceso o abstinencia de cafeína, comidas ricas en nitritos, alcohol, ayuno), ambientales (cambios atmosféricos, olores, estímulos visuales), fármacos, hormonales (menstruación, anovulatorios), psicológicos (ansiedad, estrés) y sueño (privación o exceso).
2.- Tratamiento sintomático para controlar los episodios de dolor. Para las migrañas leves o moderadas se utilizan analgésicos como los AINES (ibuprofeno, naproxeno, dexketoprofeno) y para las más severas se recomiendan los triptanes. Aparte de la vía oral, estos últimos se pueden administrar por vía sublingual, nasal o subcutánea, en aquellos pacientes que tienen vómitos durante las crisis. En crisis resistentes a estos tratamientos se realizan bloqueos anestésicos de nervios pericraneales.
3.- Tratamiento preventivo. Tiene como objetivo reducir la frecuencia e intensidad de las crisis de dolor. Está indicado en pacientes con 4 o más episodios al mes, crisis de varios días de duración o resistentes al tratamiento sintomático. Se utilizan fármacos orales, infiltraciones con toxina botulínica y anticuerpos monoclonales frente al CGRP o su receptor.
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