Incotinencia urinaria femenina y masculina. Prolapso del suelo pélvico
El suelo pélvico es una estructura muscular y ligamentaria cuya función es mantener los órganos pélvicos en su lugar. Esta estructura está atravesada por tres orificios como son la vagina, el ano y la uretra. Cuando estas estructuras musculares fallan se producen disfunciones del suelo pélvico que producen importantes repercusiones en la calidad de vida de las pacientes.
La prevalencia de esta patología, es alta y oscila en los distintos estudios entre el 20 y el 50% de las mujeres, incrementándose con la edad, el número de hijos, el tipo de parto (vaginal vs cesárea) y el sobrepeso. También son factores de riesgo la raza, es más frecuente en mujeres de raza blanca, y la menopausia.
Dicho esto, la mayor esperanza de vida de la población y la demanda cada vez mayor, de una buena calidad de vida por parte de las mujeres, hace que dicha prevalencia este creciendo, y que las consultas por problemas derivados de la disfunción del suelo pélvico supongan un problema de salud importante en las sociedades desarrolladas.
Los síntomas más importantes cuando se produce una disfunción del suelo pélvico son:
El prolapso o descenso de los órganos pélvicos, como son el útero, la vejiga, la uretra y el recto, que se suele manifestar con la aparición de un bulto en genitales, sensación de peso, estreñimiento y dificultad del vaciado vesical.
- La incontinencia de orina (de esfuerzo, mixta o de urgencia).
- Las alteraciones en la función defecatoria (incontinencia para heces o gases, estreñimiento o dolor con la defecación).
- Las alteraciones en la función sexual.
De esta forma y dada la complejidad de la estructuras que forman el suelo pélvico, se producen distintos tipos de problemas y síntomas dependiendo que estructuras musculoligamentarias estén afectadas. Entre los órganos que se pueden prolapsar se encuentra la vejiga (cistocele), la uretra (uretrocele) el útero (prolapso uterino o uterocele) y el recto (rectocele). También se pude producir un deterioro de la función de contención, ya sea de orina, o de heces o gases, asociada o no a prolapso de las distintas estructuras pélvicas. En la mayoría de las ocasiones se produce una asociación de varios de estos problemas que se combinan en mayor o menor medida.
El diagnóstico de esta patología se realiza mediante la realización de una historia clínica detallada y minuciosa, la realización de test o cuestionarios validados a las pacientes, que nos permiten cuantificar la intensidad de los síntomas, la exploración en una unidad especializada de suelo pélvico, el estudio urodinámico y la ecografía funcional del suelo pélvico. Con todas estas pruebas intentamos clasificar de la forma más precisa posible el tipo de patología que presenta nuestra paciente, para poder aplicar el tratamiento más eficaz y seguro.
El tratamiento, debe iniciarse una vez la paciente ha sido diagnosticada de forma pormenorizada e incluye distintos tipos de profesionales dependiendo del grado, los síntomas de la paciente y los órganos afectados en la disfunción del suelo pélvico.
En caso de incontinencia de orina sin prolapso genital asociado, existen tratamiento médicos entre los que destacan los anticolinérgicos y los antagonistas α-adrenérgicos en los casos de incontinencia urinaria de urgencia, asociados a rehabilitación que deberá ser llevada a cabo en una unidad de suelo pélvico por fisioterapeutas expertos, y los inhibidores selectivos de la receptación de serotonina y noradrenalina para le incontinencia urinaria de esfuerzo leve o moderada. El tratamiento con estrógenos ya sea de forma local o sistémica puede mejorar sustancialmente estos problemas.
Otros tipo de tratamiento mínimamente invasivo que se aplican con muy buenos resultados es el láser vaginal, que mejora sustancialmente algunos tipos de incontinencia urinaria, mejorando la calidad de la mucosa vaginal y el tejido conectivo, con lo que puede ayudar también a la mejora de la disfunción sexual que se asocia en muchos casos a este problema.
Por último, en determinadas pacientes, en las cuales se considera que los tratamiento no invasivos no son aplicables o eficaces, o existen problemas asociados como prolapso genital sintomático, podemos recurrir a la cirugía, que consistirá en la recolocación o extirpación, en el caso del útero una vez cumplido el deseo genésico de la paciente, de los órganos prolapsados y la reconstrucción de las estructuras pélvicas de sostén, ya sea con los propios tejidos de la paciente, o con la colocación de distintos tipos de mallas que suplan la función de estos. Estas técnicas habitualmente tienen un resultado muy satisfactorio.
No debemos olvidar, que dado el carácter musculo ligamentario del suelo pélvico, y el origen multifactorial de los problemas de este, el tratamiento con fisioterapia debe complementar cualquier otro tratamiento que la paciente realice, ya que mejora los resultados de este y disminuye en gran medida las recaídas, y que la combinación de distintos tratamientos suele ser necesaria en muchas ocasiones para la solución de estos problemas.