Prevención del Infarto agudo de miocardio
La reducción del riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio comienza con una evaluación apropiada del riesgo individual y el control de los factores de riesgo modificables.
La denominación enfermedades cardiovasculares hace referencia a un conjunto de enfermedades que afectan al corazón y a los vasos sanguíneos. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en España. En 2020, murieron en España 119.853 personas por causa cardiovascular, lo que supuso el 24,3% del total de los fallecimientos. De estas muertes, 13.927 se debieron al infarto agudo de miocardio.
El infarto agudo de miocardio, también conocido como ataque cardíaco o ataque al corazón, es una enfermedad que ocurre cuando se interrumpe de manera súbita el flujo sanguíneo que lleva oxígeno al músculo cardíaco, lo que produce la muerte de las células de la zona afectada (necrosis).
El infarto agudo de miocardio es una urgencia médica que requiere atención inmediata debido a que el riesgo de muerte o complicaciones graves a corto plazo es elevado.
¿Quién puede sufrir un infarto de miocardio?
Cualquier persona puede sufrir un infarto de miocardio, sin embargo, no todas las personas tienen el mismo riesgo. Cada persona tiene una carga genética, un historial de antecedentes familiares y personales, así como unos hábitos y un estilo de vida que harán más o menos probable que sufra la enfermedad. La interacción entre los factores genéticos, el estilo de vida y los factores ambientales determina, en gran medida, la probabilidad de sufrir un infarto agudo de miocardio.
Existen circunstancias, situaciones o condiciones personales que aumentan la probabilidad de que podamos sufrir un infarto, son los llamados factores de riesgo. La lista de factores de riesgo para el infarto agudo de miocardio es extensa, pero, en principio, resulta útil su clasificación en modificables y no modificables. En la mayoría de los casos de infarto de miocardio se puede identificar como causante a un factor de riesgo cardiovascular evitable y potencialmente reversible.
Entre los factores de riesgo no modificables tenemos la edad, el sexo y los antecedentes familiares. A medida que aumenta la edad, el riesgo de sufrir un infarto se incrementa. Los hombres mayores de 45 años y las mujeres mayores de 55 años tienen una mayor probabilidad de tener un ataque cardíaco que los hombres y las mujeres más jóvenes. Según los datos del INE correspondientes al 2020, por cada muerte debida a un infarto de miocardio en la población de 30 a 35 años (52), se producen 10 decesos por la misma causa en la población de 50 a 54 años (509) y 14 muertes en la población de 55 a 59 años (743).
Los hombres tienen un mayor riesgo de infarto de miocardio que las mujeres hasta los 65 a 70 años. A partir de esa edad los riesgos tienden a equipararse. Durante 2020 murieron por infarto de miocardio 6 veces más hombres (251) que mujeres (40) en el rango de edad entre 45 y 49 años, mientras que, a pesar de seguirse produciendo más muertes de hombres que de mujeres (1077 vs. 551) en el rango de 75 a 79 años, la relación cae de 6 a 2 veces más muertes en hombres que en mujeres. "Se dijo en el pasado que el infarto era cosa de hombres. Esto no es verdad. Las mujeres, cierto que suelen enfermar más tarde, pero cuando lo hacen tiene peor pronóstico," comenta el Dr. José Luis Zamorano Gómez, reconocido médico especialista en cardiología de nuestro Hospital y jefe del Servicio de Cardiología Hospital Universitario Ramón y Cajal.
Según un estudio llevado a cabo en 2019 por la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria (Fundación IMAS), en el que se analizaron las altas hospitalarias con infarto agudo de miocardio ocurridas entre 2005 y 2015 recogidas en el Sistema Nacional de Salud, el riesgo de mortalidad en mujeres es un 18% más alto que en los hombres.
Cómo prevenir un infarto de miocardio
La clave para prevenir un infarto de miocardio es identificar y controlar los factores de riesgo modificables. Según la Fundación Española del Corazón (FEC), "hasta en el 90% de los infartos se puede identificar un factor de riesgo cardiovascular evitable y potencialmente reversible".
Entre los factores de riesgo modificables que aumentan la probabilidad de sufrir un infarto de miocardio se encuentran el tabaquismo, la mala alimentación, la presión arterial alta (hipertensión) no controlada, los niveles altos de colesterol en sangre, la diabetes no controlada, el exceso de peso corporal, la inactividad física y el estrés. Identificar y controlar estos factores de riesgo marca una gran diferencia en la probabilidad de que una persona sufra un infarto de miocardio y sus posibles consecuencias. Se estima que los fumadores tienen un riesgo 2 a 4 veces superior que los no fumadores de desarrollar una enfermedad cardíaca. Tener niveles altos de colesterol en la sangre puede aumentar el riesgo de que se formen placas en las arterias (ateromas) y de padecer la ateroesclerosis que conduzca al infarto.
Para el Dr. Zamorano es importante insistir en las medidas de promoción de la salud cardiovascular: "Sin duda no cuidamos el corazón de forma adecuada. Es obligado hoy en día la educación sanitaria de la población, insistir en cuáles son y cómo controlar los distintos factores de riesgo que nos llevan a enfermar". Resulta imprescindible que la población entienda la importancia de estos factores de riesgo y tome medidas para "el control de los niveles de colesterol en sangre, de la glucemia, no fumar, conocer su tensión arterial, hacer ejercicio, evitar estrés y controlar su peso".
Cuantos más factores de riesgo tenga una persona, mayores serán sus probabilidades de sufrir un infarto de miocardio. Niveles ligeramente elevados de varios factores de riesgo (fumar, tener colesterol alto e hipertensión, por ejemplo) pueden aumentar el riesgo de infarto de miocardio más que tener niveles más altos de un solo factor (solo tener el colesterol muy alto, por ejemplo).
Por tanto, para prevenir el infarto de miocardio es necesario conocer los factores de riesgo personales y actuar conjuntamente sobre todos ellos mediante cambios en las conductas y el estilo de vida y, eventualmente, mediante la utilización de algunos medicamentos recetados por el médico.
Cómo se mide el riesgo que tiene una persona de sufrir una enfermedad cardiovascular en el futuro
Según la Guía sobre la prevención de la enfermedad cardiovascular en la práctica clínica, publicada por la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) en 2021, la evaluación o el cribado del riesgo cardiovascular puede ser oportunista o sistemático. El cribado oportunista es aquel que se lleva a cabo cuando la persona acude a consulta por otro motivo, como cuando, por ejemplo, le toman la presión arterial como parte de una consulta con un oftalmólogo.
El cribado sistemático obedece a un programa estructurado específicamente para detectar y tratar los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Para valorar correctamente el riesgo cardiovascular, los programas utilizan escalas como el SCORE europeo o la escala de Framingham calibrada para España, en dónde, con la información recabada mediante cuestionarios sobre la edad, peso, género, tabaquismo y la presencia o no diabetes en el paciente, y con el uso de tablas que toman en cuenta los valores de colesterol y la presión arterial, la escala clasifica a la persona en distintas categorías de riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular en los próximos 10 años, como de riesgo bajo, ligero, moderado, alto o muy alto.
La reducción del riesgo de las enfermedades cardiovasculares en general, y del infarto agudo de miocardio en particular, comienza con una evaluación apropiada del riesgo individual, la correcta comunicación al paciente de las implicaciones de ese nivel de riesgo identificado y la reducción esperada de dicho riesgo con el tratamiento acorde a las particularidades del perfil de cada paciente.
La Unidad de Cardiología de nuestro hospital cuenta con un equipo de especialistas altamente cualificados, dedicados al diagnóstico y al tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, que disponen de los recursos y las técnicas más avanzadas de la cardiología moderna.